Durante mucho tiempo las cocinas redujeron su tamaño y se convirtieron en pequeños espacios en los que no se pasaba mucho tiempo dado el espacio y la vida que se llevaba, rápida y sin apenas tiempo. Atrás quedaban esas cocinas grandes, los hogares donde se reunían las familias y pasaban gran parte del tiempo cocinando, comiendo y compartiendo momentos. Poco a poco se fueron cambiando los hábitos y se fueron haciendo más pequeñas, para no restar metros cuadrados al resto de las estancias a las que se daba una importancia mayor. Sin embargo, en los últimos años, la cocina está volviendo a recuperar su «reinado» en las viviendas actuales, como espacio donde se desarrolla gran parte de la vida familiar, y en donde el comedor también está integrado.

También se ha producido un cambio importante en la forma de distribuirlas e integrarlas en los ambientes. Hemos pasado de las cocinas cerradas, por temor a que los olores de la comida impregnasen el resto de la vivienda, con las paredes y los suelos revestidos de baldosa cerámica, a las actuales, abiertas al salón y donde la madera reviste el suelo sin miedo, aportando calidez y continuidad visual con el resto de la casa.

La cocina que hoy os muestro es un ejemplo de integración y diseño actual, con ciertos toques rústicos y una luminosidad envidiable, potenciada por la elección del color blanco en suelos, paredes y muebles de cocina.

Fuente: decoracionfacilisimo